viernes, 7 de octubre de 2016

La casa en una esquina

En una casa en una esquina los recuerdos transitan, entre dolor ira y risas. En una casa en una esquina no se sabe si agonizan momentos cansados esperando volver a la vida, sus dueños entre tanto se alejan cada día, saboreando vientos nuevos cargados de osadía, y los momentos no saben si entre tanta confusión en un momento dado llegue la salvación, se aferran como niños a la falda de su madre mientras poco a poco comienzan a morir, y la casa en una esquina no sabe si sufrir o esperar que el destino le muestre su fin, y en ese momento el tren de la muerte se presenta luego de meses ausente y le pregunta a la casa en una esquina que sucedió con la algarabía que en su interior escondía, recordando que algunas noches podía sentir el miedo de un alma asustada, atemorizada por un alma que contaba historias en su nombre, un hombre. La casa en una esquina le respondió enseguida que el destino había tocado sus puertas en diferentes lugares, una en compañía de un alma que esperó por años, la otra en solitario haciéndole un lugar al karma que la visita de vez en cuando... El tren de la muerte sorprendido pregunta: ¿Que puedo hacer por ti, querida casa en una esquina? Cansada de estar llena de momentos desahuciados, le suplica que se los lleve hacia su destino y así de una vez por todas encontrar la paz anhelada, quebrada por culpa de dos amantes que dejaron olvidados momentos agonizantes... El tren hizo honor a su desgastada amistad y se los llevó consigo a un lugar del cual no volverían jamás. Y la casa en una esquina recuerda con fervor a las almas que habitaban en su interior, pobre casa en una esquina que habitará solo en los recuerdos de los dueños de aquellos momentos, pobre casa en una esquina que dejó a la suerte momentos agonizando al tren de la muerte, pobre casa en una esquina que espera paciente que nuevos momentos se hagan presentes...

Carhil Matos

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